Las autoridades identificaron a ocho sospechosos y dijeron que trabajadores del gobierno y de seguridad privada no habían hecho nada para ayudar a los migrantes a escapar del incendio.

Las autoridades mexicanas anunciaron el miércoles que investigan un incendio en un centro de detención de migrantes en Ciudad Juárez como un caso de homicidio, al indicar que trabajadores gubernamentales y empleados de seguridad privada no habían permitido que los detenidos escaparan del siniestro que mató al menos a 39 personas.

En una conferencia de prensa, los funcionarios dijeron que habían identificado a ocho sospechosos, entre ellos agentes federales y estatales, y que emitirán cuatro órdenes de detención el miércoles.

“Ninguno de los servidores públicos ni de los policías de seguridad privada realizaron alguna acción para abrirles la puerta a los migrantes que se encontraban adentro ya con el fuego”, dijo Sara Irene Herrerías Guerra, fiscal especial en materia de derechos humanos.

El anuncio se realizó luego de que se divulgó un video mostrando que los migrantes parecían haber estado atrapados: personas uniformadas pueden verse alejándose del incendio mientras que algunas personas estaban tras las rejas cuando la zona se llena de humo.

Las autoridades también indicaron que podrían investigar a una persona migrante sospechosa de iniciar el incendio.

“La política migratoria en nuestro país es de respeto a los derechos humanos”, dijo Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad del gobierno. “Y este lamentable suceso, que es una responsabilidad de servidores públicos y de guardias que están muy bien identificados, no es la política de nuestro país”.

Fue un llamativo avance en un caso que ha ocasionado un intenso escrutinio del manejo del gobierno mexicano del aumento en el flujo de migrantes que han llegado al país en el último año y que buscan ingresar a Estados Unidos.

Ciudad Juárez, del otro lado de El Paso, Texas, históricamente se ha ufanado de absorber a una ola tras otra de recién llegados, muchos que vienen de otros estados de México para trabajar en las maquiladoras y otras personas de América Latina que pasan fugazmente de camino a Estados Unidos.

Pero lo que solía ser un punto de tránsito para los migrantes con destino a EE. UU. se ha convertido en un centro para quienes consideran que no tienen más remedio que quedarse, ya sea porque las autoridades estadounidenses los han devuelto o porque están esperando a solicitar la entrada legal.

En los cruceros de Ciudad Juárez, puede verse a grupos de migrantes pidiendo dinero. Algunos llevan letreros de cartón solicitando ayuda. Otros venden comida que llevan en hieleras.

Muchos duermen en obras de construcción abandonadas o en cualquier sitio que logran hallar en las calles, en la ciudad mexicana, envueltos en mantas y sacos de dormir deshilachados.

“Ayúdenos para comer y no dormir en la calle”, decía el letrero que llevaba el miércoles Vicleikis Muñoz, una mujer venezolana de 20 años y ocho meses de embarazo que iba con sus dos hijos, de 5 y 3 años.

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