Una caravana con alrededor de 600 migrantes se encuentra rumbo al estado de Oaxaca, en el centro de México, tras partir el miércoles de Tapachula, en la frontera con Guatemala, con destino final Estados Unidos. Se trata del octavo grupo de personas que emprende la hazaña en el último mes, mientras en el vecino país demócratas y republicanos elevan la disputa en materia de seguridad fronteriza.

En medio de una intensa lluvia, mujeres, hombres y niños partieron de Tapachula, en el sur de México y frontera con Guatemala, con rumbo inicial a Oaxaca, en el centro del país. Un trayecto que esperan los conduzca a Estados Unidos.

Se trata de la octava caravana de migrantes en el último mes. Está conformada por alrededor de 600 personas provenientes de países del Caribe, centro y Suramérica como Ecuador, Perú, Haití y Nicaragua, pero también de naciones más lejanas como Bangladesh.

“¡No somos delincuentes, somos personas trabajadoras!» y «¡Queremos libre tránsito, somos emigrantes, México déjanos pasar, migrar no es un delito es un derecho”, gritaron al partir el miércoles 31 de agosto.

Oaxaca, capital del estado homónimo, se ha convertido en el principal punto de llegada de las personas extranjeras para obtener permisos de permanencia temporal. En Tapachula no pueden llevar a cabo el trámite debido a que la ciudad no cuenta con los formatos necesarios emitidos por el Instituto Nacional de Migración (INM) manifiestan las autoridades.

«Salimos en caravana en vista de que el INM nos para en cada momento en el transporte público y nos llevan a un retén -llamado Estación Migratoria Siglo XXI- donde nos detienen 2, 3 o 4 días y nos devuelven «, explicó el migrante venezolano Eri Coronado.

Quienes se enfrentan a la difícil hazaña resaltan las necesidades económicas y en materia de seguridad en sus naciones de origen.

“Nosotros no venimos hacer daño, venimos en son de paz, para mejorar nuestras vidas y porque queremos mejores oportunidades”, señaló el ecuatoriano Pablo Farías, tras destacar junto a otras personas de su país la escalada de precios de elementos de primera necesidad como el combustible y el desempleo.

Los miembros de la caravana explican que deciden emprender el viaje en multitudes y a orillas de carreteras en un intento por evadir los operativos de control de las autoridades que detienen en las zonas fronterizas a quienes transiten su territorio de manera irregular.

Texas envía miles de migrantes a Chicago, Nueva York y Washington para presionar a la Casa Blanca

Texas, uno de los principales puntos de llegada de miles de migrantes, amplía su plan para tratar de asfixiar a las zonas del país conocidas como “ciudades santuario”.

Tras llenar las calles de Washington con migrantes de estatus irregular, el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, apunta también a otras de las principales urbes de Estados Unidos.

El miércoles 31 de agosto, las autoridades del estado sureño enviaron en un autobús a un grupo de alrededor de 60 inmigrantes recién llegados, rumbo a Chicago.

“A la alcaldesa (Lori) Lightfoot le encanta promocionar la responsabilidad de su ciudad de dar la bienvenida a todos, independientemente de su estatus legal (…) Espero ver esta responsabilidad en acción», aseguró Abbott en un claro desafío a la dirigente de la ciudad en el norte de Illinois.

El portavoz de Lightfoot, Ryan Johnson, confirmó que unas cinco docenas de inmigrantes habían sido enviadas allí desde Texas y ratificó que «Chicago es una ciudad acogedora y, como tal, ha colaborado con varios departamentos y agencias para garantizar que los recibimos con dignidad y respeto».

Abbott, que busca un tercer mandato en las elecciones de medio término del próximo noviembre, ha ordenado el transporte en autobús de más de 7.000 inmigrantes a Washington D.C. y a Nueva York desde el pasado abril. Una medida en la que el estado que dirige ha gastado casi 13 millones de dólares, contabilizados hasta el pasado 8 de agosto, según datos estatales obtenidos a través de una solicitud de la Ley de Libertad de Información.

El gobernante conservador ha implantado esa iniciativa en un intento por traspasar la responsabilidad migratoria a ciudades lideradas por sus oponentes demócratas.

Abbott señala que su decisión es necesaria debido a que el presidente Joe Biden no ha logrado asegurar la frontera con México. Los conservadores acusan a la actual Administración de incentivar los altos cruces fronterizos no autorizados tras abogar por una política a favor de la migración durante su campaña a la Presidencia y durante los primeros meses en la Casa Blanca, aunque luego ha matizado sus directrices en medio de la furia y las fuertes críticas del Partido Republicano.

Desde que iniciaron los esfuerzos de transporte masivo de inmigrantes a otras ciudades, una acción similar a la del gobernador republicano de Arizona, Doug Ducey, los alcaldes demócratas de Washington y Nueva York han clamado por asistencia federal.

En el caso de la capital estadounidense, los inmigrantes recién llegados han tenido problemas para conseguir vivienda permanente y atención médica, destaca un informe de la agencia Reuters.

La Casa Blanca acusa al gobernador de Texas de “sembrar el caos”. Sin embargo, la saturación de personas indocumentadas estaría llevando a incluso demócratas a seguir las medidas de Abott.

La semana pasada la ciudad de El Paso, Texas, liderada por el alcalde demócrata, Oscar Leeser, también envió un vehículo con decenas de migrantes a Nueva York y planea hacer lo mismo con Chicago, resaltan informes de la prensa local.

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