El arquitecto Fernando Menis, originario de las Islas Canarias, recibió en Estados Unidos la mayor distinción del Premio Internacional de Arte y Arquitectura Religiosa Faith & Form, por su proyecto para la Iglesia del Santísimo Redentor de Las Chumberas, en Tenerife. Este premio, patrocinado por Faith & FormPartners for Sacred Places e Interfaith Design, se otorga desde 1978 y tiene como objetivo honrar a los mejores proyectos de arquitectura religiosa.

La entrega de premios tuvo lugar el pasado 23 de junio, en Chicago, en el marco de la Convención Nacional del AIA (Instituto de Arquitectura Americano, en sus siglas en inglés), evento de referencia para el sector de la arquitectura y de la construcción de Estados Unidos, que se organiza todos los años en una ciudad distinta.

Con este premio se reconoció la contribución a la sociedad y a la cultura de la obra realizada por el arquitecto canario en las afueras de La Laguna, y Menis agradeció al jurado por haber puesto el foco en una obra pequeña, situada en una isla lejana. También dio las gracias al Obispado de Tenerife, a los feligreses y a los patrocinadores, por su compromiso para que haya sido posible la creación de la iglesia: “crear un lugar donde no lo había, un lugar para los vecinos”, citando sus palabras.

El jurado estuvo compuesto por Douglas Hanson, arquitecto y miembro del AIA; Marco Federico, conservador; Ariana Makau, artista y conservadora; Katie Day, integrante del clérigo; y presidido por Grant F. Marani, arquitecto y miembro del AIA. El mismo calificó la obra de Menis como “asombrosa”.

“Parece como si los bloques de piedra hubieran sido cincelados y ahuecados para crear espacios espirituales con la luz y las texturas. Crean cercanía y calidez. Las superficies interiores mejoran la acústica. Los componentes estructurales son expresivos. Se presta especial atención a la acústica y a la iluminación natural». – Jurado del Premio Internacional de Arte y Arquitectura Religiosa Faith & Form

El proyecto, que incluye un centro parroquial y una plaza pública rodeada de verde, fue premiado por su innovación en el uso de la luz, el hormigón y la piedra. Porque, inspirándose en la geología de la isla y asemejándose a un accidente de la misma, destaca en su entorno y recuerda la naturaleza volcánica de Tenerife, con sus «rocas» masivas entre cuyas fracturas se deslizan la luz y el aire.

La parcela presenta un desnivel salvado mediante una rampa perimetral que da acceso a la plaza y al segundo piso de la Iglesia, haciéndola universalmente accesible. Además, conecta la parte alta y la parte baja de la zona.

Sin duda, el hormigón es el material predilecto de Menis, no sólo por sus virtudes, que el arquitecto siempre aprovecha de forma ingeniosa, sino también porque el hormigón es, desde siempre, un material de uso muy común en las Islas Canarias, lo que permite trabajar con empresas, artesanos y recursos locales, alienándose con los principios de la arquitectura sostenible de Kilómetro Cero.

Cabe destacar además que, el hormigón, gracias a su durabilidad y a su naturaleza isotrópica, contribuye a la sostenibilidad de la construcción, siendo un material energéticamente eficaz, atributo que se refuerza con la inercia térmica de los gruesos muros macizos. Además, Menis experimenta su potencial acústico, desmitificando su supuesta ineficacia en este aspecto. Con la técnica de picarlo distribuye el sonido de manera suave, y mezclándolo con picón lávico, logra una eficaz absorción del sonido. Se consigue así una acústica ideal, adecuada para la palabra y el canto.

Cabe destacar además que, el hormigón, gracias a su durabilidad y a su naturaleza isotrópica, contribuye a la sostenibilidad de la construcción, siendo un material energéticamente eficaz, atributo que se refuerza con la inercia térmica de los gruesos muros macizos. Además, Menis experimenta su potencial acústico, desmitificando su supuesta ineficacia en este aspecto. Con la técnica de picarlo distribuye el sonido de manera suave, y mezclándolo con picón lávico, logra una eficaz absorción del sonido. Se consigue así una acústica ideal, adecuada para la palabra y el canto.

Menis planteó la Iglesia como un necesario catalizador acogedor de los cambios urbanos y sociales que se daban en el barrio. El arquitecto planteaba que el nuevo edificio tenía que contribuir con la identidad propia de Las Chumberas, erigiéndose como espacio de referencia en un previo tejido urbano confuso.

El proyecto también es un ejemplo de acción colectiva ya que la financiación de las obras se realizó mediante donaciones de varias organizaciones, vecinos y algunos empresarios originarios del barrio y por tanto comprometidos con el mismo. El ritmo desigual de las partidas monetarias condicionó y determinó la lógica constructiva del proyecto y su posterior ejecución, que se realizó en fases. El centro parroquial fue finalizado en 2008 y desde entonces se dio en uso, a la espera de juntar los fondos necesarios para realizar el resto de la obra.

Sin duda, este edificio, austero y despojado de elementos superfluos, que deja todo el protagonismo a los juegos de la luz del sol, revelando la riqueza de texturas del hormigón visto, inspirado en los significados de la luz que requiere la teología de la Iglesia Católica, es merecedor de este gran reconocimiento.

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