Así lo afirma el que fue nada menos que secretario de Defensa con el presidente, Mark Esper, en sus memorias, tituladas ‘Juramente Sagrado’, que se publican en Estados Unidos la semana que viene
Donald Trump propuso bombardear los laboratorios de droga en México con misiles, y a continuación negar que EEUU habría llevado a cabo el ataque, con lo que «nadie podría saber que éramos nosotros». Así lo afirma el que fue nada menos que secretario de Defensa con el presidente, Mark Esper, en sus memorias, tituladas ‘Juramente Sagrado’, que se publican en Estados Unidos la semana que viene. El hijo mayor de Trump, Donald ‘junior’, ha defendido en Twitter la idea de su padre, y se ha preguntado por qué hay quien dice que es una mala idea.
El libro de Esper sigue las pautas de los de la práctica totalidad de los ex colaboradores del presidente. Es decir, lo pone de vuelta y media. Aunque también cabe preguntarse por qué se ahorró todas esas críticas hasta que Trump lo echó y firmó un contrato con una editorial. Esper fue cesado de su cargo después de las elecciones de noviembre de 2020, que Trump perdió, en lo que muchos en Estados Unidos vieron como un intento del entonces presidente de colocar a una persona de la máxima lealtad al frente del Departamento de Defensa con el posible objetivo de dar un golpe de Estado que invalidara el resultado de los comicios.
Sea como fuera, los fragmentos el libro puestos a disposición de los medios de comunicación por la editorial revelan que Esper no ahorra críticas a Trump ni ejemplos de lo que considera barbaridades del presidente. Entre las anécdotas sobresale tratar de que las Fuerzas Armadas dispararan a los manifestantes que estaban frente a la Casa Blanca, proponer el envío de 250.000 soldados a la frontera con México a frenar las caravanas de inmigrantes centroamericanos, o insultar a gritos al jefe del Estado mayor, Mark Milley, porque éste no tiene potestad para dar órdenes a la Guardia Nacional, que es algo de lo que Milley o tiene la culpa, ya que está fijado por la ley.
De todas ellas, la más espectacular es la del bombardeo de las infraestructuras del narcotráfico en México. El argumento de Trump de que el Gobierno de México «no controla su propio país» es, en buena medida, verdad. Otra cosa, sin embargo, es que bombardear los laboratorios en los que se refina la droga sea la mejor manera de atajar el problema. Pero ahí no acaba la cosa.
Según Esper, Trump planteó que el bombardeo fuera secreto. «Nadie va a saber que fuimos nosotros», dijo, de acuerdo con el relato del ex secretario de Defensa, el entonces presidente. Aparentemente, Trump no sabe que existen unas cosas llamadas «radares» que detectan objetos volantes, y que los mexicanos las tienen, con lo que se daría cuenta de que los misiles procedían del norte, y que, entre Canadá y Estados Unidos, es mucho más probable que sea el segundo de esos países el que lance un bombardeo, en parte por su propia tradición histórica. Tampoco parece plausible que El Salvador, Guatemala u Honduras fueran a bombardear México.
El segundo matiz es de carácter técnico. Esper dice que Trump sugirió que el bombardeo fuera «con misiles Patriot«. El problema es que los ‘Patriot’ son misiles antiaéreos, o sea, están hechos para destruir aviones y otros misiles, no para atacar objetivos en tierra. Un ‘Patriot’ no se puede programar para que destruya nada que no esté volando. Hasta la fecha, los laboratorios de los carteles mexicanos en los que se produce cocaína, metanfetamina, y opiáceos para su distribución en Estados Unidos no vuelan.
La estrategia de bombardeo de México de Trump parce formar parte de la doctrina militar del ex presidente. En febrero, cuando Rusia invadió Ucrania, Trump defendió que EEUU bombardeara a ese país con aviones F-22, pero con las enseñas de China, para echarle la culpa a ese país. Tan brillante táctica, sin embargo, obviaba, entre otros, el detalle de que el F-22 es un caza, y no sirve para bombardear, exactamente igual que los ‘Patriot’.