La realidad de la guerra en Ucrania vuelve a confrontar al mundo con dilemas claves para la preservación de la paz, pese a los avances en materia de derecho internacional.
A medida que pasan los días y la guerra sigue causando estragos en Ucrania, va haciéndose más y más visible la atrocidad de un conflicto que en Europa ya no se creía posible en el siglo XXI. Un hecho que, para Francisco Aldecoa, catedrático de relaciones internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, «no puede ser más grave desde el punto de vista del derecho internacional y el conjunto de efectos que puede tener para Europa y el Mundo”. En el Viejo Continente «no tiene precedentes desde la II Guerra Mundial una agresión de esta magnitud y de esta naturaleza, donde además parece que se están cometiendo crímenes contra el derecho humanitario de la guerra”, indica el académico, activo desde hace años en el Movimiento por la Paz.
La diplomacia fracasó en sus intentos de evitar la invasión rusa a Ucrania y los mecanismos internacionales de seguridad tampoco resultaron eficaces para detenerla. Para Aldecoa, el fracaso es «que haya todavía regímenes autoritarios que no obedecen a las normas del derecho y que violan sistemáticamente las mismas. La culpa no es de la diplomacia, es de la agresión”.
Lo que ha quedado en evidencia es que el Consejo de Seguridad de la ONU resulta inoperante cuando el conflicto involucra a uno de sus miembros permanentes, como Rusia. José Angel Ruiz Jiménez, director del Instituto de la Paz y los Conflictos y profesor titular del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada, cuestiona que «haya cinco países con carta blanca, por ejemplo, para invadir otro Estado, sin que el derecho internacional pueda impedirlo”.
Una lógica «aplastante» pero «limitada»
Y plantea que quizá habría que reformar el derecho internacional, para prevenir que sucedan hechos como este. «Son muchas las preguntas que están en el tintero desde antes de la guerra y ahora nos confronta con ellas la realidad”, dice. Piensa que es hora de tomarlas en serio y no dejarse llevar por la lógica de la reacción ante la agresión de una potencia contra un vecino más pequeño. «Es una lógica correcta de justicia, pero es una lógica incompleta y también limitada. Porque en Occidente, esa lógica, como es aplastante, nos impide ver otras que, aunque no nos gusten, están ahí y no queremos ver. No son ya las de Rusia y China, sino las de muchos más países, como India, Irán, Sudáfrica, Serbia, que lo ven de otro modo. Y la única manera de arreglar esto sentarse y tratar de llegar a acuerdos”, apunta.
Pese a todo, ambos académicos coinciden en que sí ha habido avances en materia internacional. Ruiz Jiménez apunta que «la historia nos ha dado los derechos humanos, las Naciones Unidas, la no violencia, nos ha dado muchísimos instrumentos, como la diplomacia, por supuesto, para tratar de evitar las guerras y para recurrir a ellos hasta el final”. Lamenta, eso sí, que «en este caso no se agotaron, para nada”.
Por su parte, Aldecoa plantea que, «si lo vemos desde una perspectiva más general, podemos decir que, desde el fin de la II Guerra Mundial, por lo menos el ejercicio de la violencia por parte de los Estados ha desaparecido como derecho, desde que se crea el sistema de seguridad colectiva de las Naciones Unidas. La dificultad está en que es un sistema que no es perfecto… Pero, en todo caso, hoy el uso de la fuerza, la guerra, es contraria al derecho internacional, salvo algunas excepciones: la legítima defensa, y cuando hay una autorización expresa del Consejo de Seguridad”, subraya.
“La violencia sí es evitable”
Para frenar a Rusia, en todo caso, estima que ahora «más importate que la vía armada son las decisiones políticas, económicas y de embargo, para dejarles aislados de la sociedad internacional. Creo que es lo realmente efectivo». Pensando en la prevención de conflictos como este, el catedrático de la Universidad Complutense cifra esperanzas en la Justicia internacional. «Puede tener efectividad que el Tribunal de Justicia (de la ONU) por primera vez intervenga y que haya fiscales que están ya estudiando los hechos… Ha sido una iniciativa prácticamente innovadora, reinterpretando las normas internacionales”, dice. Y recuerda que el Tribunal Penal Internacional también está intentando actuar, para determinar qué tipo de crímenes se han cometido. «Ese camino de por lo menos castigar a los culpables puede tener gran repercusión para el futuro”, opina.
Por otra parte, es clave no olvidar las lecciones de la historia. Y de eso se encarga el historiador Ruiz Jiménez, que plantea: «Creo que debemos aprender que la guerra es muy sucia, muy injusta, muy cara, y también absolutamente innecesaria. Porque los conflictos son inevitables en las sociedades humanas, pero la violencia sí es evitable”.