En este mes de mayo llevamos 15 días con alertas por contingencia ambiental en la Ciudad de México, pero durante los primeros cuatro meses del año, que corresponde del primero de enero al 30 de abril, se reportaron 97 días de mala calidad del aire en la Ciudad de México.

Las razones son diversas, incluidas las actividades humanas, las fábricas y los autos; también están las condiciones atmosféricas, como las altas temperaturas registradas en abril y mayo en horas de la tarde, la escasez de lluvia y la menor nubosidad, que en conjunto forman incendios y permiten una mayor radiación ultravioleta que detona la formación del contaminante. La velocidad y la dirección de los vientos también influyen en la formación de ozono en la Ciudad de México.

El ozono se forma en la troposfera y baja a partir de dos precursores: óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, más radiación solar. Además de las condiciones atmosféricas que favorecen la formación del ozono, existe un factor geográfico que agrava la situación. La mancha urbana está rodeada por sierras montañosas al este, al oeste y al sur, lo que limita la dispersión de contaminantes.

Aplicar medidas restrictivas para reducir emisiones y tratar de disminuir concentraciones de ozono y material particulado en la atmósfera ya no es suficiente, las contingencias ambientales atmosféricas son cada vez más frecuentes y las medidas para reducir las emisiones como el hoy no circula o verificar los autos, se quedan cortas.

Es por ello que organizaciones como la Fundación Desarrollo Sustentable y Cambio Climático propone la transformación de los procesos de generación de energía en las grandes fábricas aledañas a la zona metropolitana.

La vía
Este martes, por ejemplo, durante el Foro Regional celebrado en la Universidad Tecnológica Tula-Tepeji, se habló de una reconversión para la refinería, la termoeléctrica y cementeras instaladas en Tula, la idea es pasar a energía impulsada por una planta termosolar.

“Para evitar esta época de contingencias ambientales en la megalópolis que rodea la Ciudad de México y contribuir a la mitigación del Calentamiento Global, tenemos que abordar los desafíos ambientales, especialmente la contaminación atmosférica afectada por la contaminación industrial y de aguas residuales”, dijo Víctor Gómez Navarro, presidente de la Fundación en Hidalgo, quien enfatizó la importancia de desarrollar e implementar estrategias efectivas para mitigar y adaptarse al cambio climático, así como promover el desarrollo sustentable.

Dijo que existe la posibilidad de tratar las aguas negras del Río Tula con energía limpia, así como remediar sitios agrícolas con base en la inyección de microorganismos que absorban la gasolina derramada, metales pesados y residuos contaminantes que llegan del drenaje de la Ciudad de México a la presa Endhó.

El Chernóbil mexicano
Conocida como el Chernóbil mexicano, la zona de Tula de Allende alberga en el municipio cuatro grandes factores contaminantes, de los cuales tres no sólo son un grave peligro para los habitantes de esta ciudad tolteca, sino que también para el aire que respiran otros municipios hidalguenses como Tepeji del Río y Atitalaquia; los mexiquenses de Apaxco, Tequixquiac, Huehuetoca, Zumpango, Coyotepec, Teoloyucan, Melchor Ocampo, Cuautitlán, Cuautitlán Izcalli, Tultepec, Tultitlán y Coacalco, hasta finalmente llegar a la Ciudad de México, donde la contaminación se concentra por ser el Valle de México una especie de embudo y genera contingencias ambientales de forma continua.

El mayor de los infiernos ambientales de México concentra a la refinería Miguel Hidalgo de Pemex, que produce el combustóleo con el que opera la Central Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y entre ambas aportan casi el 90% del Dióxido de azufre (SO2) y el 80% de Óxidos de Nitrógeno (NOx) de la emisión total en el estado de Hidalgo.

El otro son las seis empresas cementeras, las cuales en sus procesos queman desde llantas hasta empaques, basura plástica y residuos de las industrias alimenticia y refresquera, quema conocida como coprocesamiento, y produce contaminación ambiental como emisión de gases de efecto invernadero, compuestos orgánicos persistentes, metales pesados y otras sustancias tóxicas que provocan alteraciones hormonales, cognitivas e inmunológicas.

Gómez Navarro hizo hincapié en que la solución para evitar los altos índices de contaminación en Tula y la región, es la transformación de los procesos de generación de energía, con la construcción de una planta termosolar en las 679 hectáreas donde se iba a construir la refinería dos sexenios atrás y cuatro plantas captadoras de CO2 de un millón de toneladas por año cada una.

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